Querido Hugo

Has llegado como un soplo de aire fresco a mi vida, te adelantaste porque querías ver como era el mundo, sabías que tenía muchas ganas ver tu carita, sentirte entre mis brazos, volver a revivir y despertar ese instinto maternal que aunque pasen muchos años nunca muere y con poco que le sacudas el polvo sobre sale a flor de piel.

Me encanta olerte, ese olor tan especial que tienen los bebes. Me encanta también mirarte cuando duermes y cuando estas despierto. Cuando ríes y cuando lloras y sobre todo cogerte entre mis brazos y arrullarte. Tu fragilidad me da vértigo y a veces pienso si seré capaz de cuidarte, si daré la talla como abuela.

Eres tan pequeño, tan frágil y sin embargo tu presencia me da fuerza, alegría y ganas de vivir. Me siento más joven y con ganas de querer y de que me quieran. Cuando me miras sin parpadear se que vamos a ser cómplices de muchas aventuras, de secretos, de juegos, de cuentos… Ha sido una suerte ser abuela, mejor dicho, todo un privilegio y me encantan los nuevos retos que se me plantean junto a ti.

Cuando acaricio tu piel tan fina, tan sensible me produce escalofríos porque no puedo comprender como en mis manos cansadas de experiencias, puede haber tanto amor.

Has llegado a un mundo revuelto, lleno de locos, de agresividad, de tal vez poca tolerancia pero cuando veo esa sonrisa que te acompaña desde que naciste, estoy segura que vas a ser un hombre bueno que repartirá amor y alegría allí donde te encuentres. Yo seré tu fiel escudera y tratare, hasta que Dios lo quiera, estar a tu lado para darte la mano si lo necesitas.

No te dejes manejar por nadie ni por nada, ten la sana costumbre de pensar y tomar tus propias decisiones, con aciertos y errores. Con miedos y temores, pero utiliza la constancia, el tesón, el esfuerzo y sobre todo tu sonrisa que te ayudaran a conseguir lo que te propongas.

Has tenido la suerte de nacer en una familia unida, que te quiere y que estarán a tu lado para acompañarte, secar tus lágrimas y reír contigo lo que en cada momento necesites.

Tienes unos padres maravillosos dispuestos a dar la vida por ti si fuera necesario y a luchar porque tengas todo lo que necesitas, material pero sobre todo mucho cariño y amor.

Tu abuelo Antonio no es hombre de muchas palabras, pero estoy segura que también será un buen compañero de viaje. Veo en sus ojos tanto cariño cuando te mira y cuando te coge entre sus brazos, que a veces no puedo evitar que la lagrimilla corra por mis mejillas.

También tienes la fortuna de tener a tus cuatro abuelos y cuatro bisabuelos que no todo el mundo la tiene. Ellos te quieren y están muy contentos de que hayas llegado a sus vidas. La bisa Rosario aunque después no se acuerde, le gusta cogerte, darte besitos y decirte cosas bonitas como solo ella sabe hacerlo.

Sólo me queda desearte que la suerte sea tu fiel compañera, que siempre escuches los latidos de tu corazón, sin perder de vista los dictados de tu cabeza. Y darte las gracias a ti por permitirme ostentar el titulo de abuela y a tus padres por haberlo hecho posible.